5 feb 2017

Árbitros, polémicas y villaratos

Son los grandes perjudicados de este gran deporte. Son el tema de conversación de todos los lunes en la vuelta a la rutina después de una jornada liguera. Se habla de ellos cada fin de semana, y nunca es por algo bueno. Nadie les reconoce nada: si lo hacen bien, es su trabajo y es lo 'normal'; si lo hacen mal, se les condena a la horca que es la opinión pública. Como si ellos quisiesen equivocarse. Como si lo hicieran a propósito. Como si no tuvieran el trabajo más difícil de este deporte. Hoy escribo una reflexión personal sobre la figura peor tratada en el mundo del fútbol: los árbitros.

Hacía tiempo que quería plasmar lo que pienso del arbitraje y de todo lo que se genera a su alrededor en un texto, pero nunca me puse a ello. Hay poca gente que comparte lo que pienso, o eso creo. Incluso twitter, ese sitio raro en el que se reúne la pequeña minoría selecta de la sociedad, es un poco cuñado en este tema. Los que me seguís en esa red social ya sabréis mi opinión al respecto, pero voy a tratar de desarrollarla aquí y de explicar por qué creo que es tan injusto el trato que reciben los árbitros en el fútbol.

Habría que empezar por distinguir dos tipos: aquellos que critican a los árbitros porque creen que favorecen a determinados equipos debido a que hay alguien que les manda desde arriba y esos otros que rajan de ellos porque "son muy malos". Tranquilos, tengo para ambos. En primer lugar, no entiendo a esos que creen en conspiraciones, en villaratos, florentinatos y demás pamplinas. Suelen ser los mismos que afirman la existencia de las 'bolas calientes' de los sorteos de la UEFA. Tengo una pregunta para vosotros: ¿por qué seguís viendo fútbol? Si yo pensara que una competición deportiva está amañada para que gane un equipo, no la vería. ¿Para qué? Si supuestamente es una farsa. Es curioso, porque todos los que pensáis así creéis que se perjudica a vuestro equipo y se beneficia al rival. "Hay que ver con los árbitros, siempre favoreciendo a mi equipo", dijo nadie nunca. Vaya.

Luego están esos otros que piensan que los árbitros se equivocan demasiado. A estos los puedo llegar a entender algo más, pero creo que lo que principalmente deberían comprender ellos es lo difícil que es esta profesión. Tienes que decidir en milésimas de segundo algo en lo que la gente no se pone de acuerdo ni viendo varias repeticiones de lo sucedido. Y prepárate como no veas que el delantero está adelantado diez centímetros sobre el defensa, porque en la repetición con la imagen parada y con la tecnología de 'El líbero' lo hemos podido ver todos perfectamente. Es que de verdad, qué malo eres. Y todo esto sin tener en cuenta la presión añadida de miles de personas que te están viendo y esperando a que falles (o que ellos crean que has fallado) para gritarte de todo desde la grada. Y decenas de cámaras repartidas por todo el estadio que grabarán tu fallo y lo mostrarán en los medios en bucle desde cuatro puntos de vista diferentes. Pero oye, es que los árbitros deberían estar mejor formados, claro.


El problema de los colegiados es que tampoco les ayudan los que podrían hacerlo. Están solos. Tanto los futbolistas o entrenadores como los medios de comunicación les hacen un flaco favor alimentando aún más las polémicas arbitrales. Lo hacen básicamente porque les interesa, aunque por distintas razones. A los primeros, gran parte de las veces es para tapar las vergüenzas propias. Prefieren que se hable de que el árbitro les ha robado algún punto antes que del mal partido que han hecho. Parecen que los Mourinhos y los Piqués se están poniendo de moda y que cada vez hay más en el mundo del fútbol. 

El interés de los medios, en cambio, es puramente comercial: saben que las polémicas venden y que van a llegar a un público mucho más numeroso si hablan de ellas. A quién no le gusta debatir si aquella acción fue o no penalti, si la tarjeta roja fue justa o si debía anular ese gol porque hay una falta al principio de la jugada que no pitó. Cada día tengo más claro que las polémicas arbitrales son para el fútbol lo que Sálvame es para la sociedad. Interpreten esta frase como ustedes quieran. A la gente le gusta la gresca, y sobre todo, les gusta pensar que su fracaso no es culpa suya, que es culpa de otros. Tengo amigos que incluso se quejan de que el árbitro del FIFA va en su contra y les roba, y ellos lo creen fervientemente. Y lo más preocupante es que esto va a más: ahora ya se puede ver en los medios una recopilación de los errores arbitrales más graves de la temporada o incluso una clasificación de cómo iría la tabla liguera si los colegiados no hubiesen fallado nunca.


A mí, sinceramente, es algo que me aburre. Desde hace varios años me propuse no criticar ninguna acción arbitral e intento ser consecuente. Si alguna vez me leen quejarme de ellos, por favor, recuérdenme este artículo. No intento convencer a nadie de mi opinión, sólo que penséis también en ellos y os pongáis en su piel antes de criticarlos. Ni siquiera intento que se deje de hablar de los árbitros; me parece lógico y normal que se hable de ellos. Pero sí me gustaría que se acabara ese linchamiento constante ante cualquier fallo, pero para eso todos deberían poner un poquito de su parte. Y no parece que vaya a suceder.